Dra. Anabel de la Rosa Gómez
Profesora de carrera titular A, TC. Facultad de Estudios Superiores Iztacala, Universidad Nacional Autónoma de México.
ORCID: 0000-0002-3527-1500
email. anabel.delarosa@iztacala.unam.mx
Facultad de Estudios Superiores Iztacala, UNAM
Cita recomendada:
De la Rosa, A. (2021). Telepsicología: beneficios en el proceso de intervención y consideraciones éticas. Revista de Divulgación Crisis y Retos en la Familia y Pareja, 3(1), 32-38. https://doi.org/10.22402/j.redes.unam.3.1.2021.370.32-38
Resumen
En los últimos años se ha observado un incremento en las iniciativas enfocadas a la promoción e intervención psicológica mediada por tecnología y que han favorecido el acceso y la diseminación de intervenciones eficaces sin importar distancias, barreras físicas y sociales. La telepsicología es el término acuñado para referirse a todas las acciones encaminadas a innovar estrategias de evaluación, prevención y tratamientos psicológicos. La pandemia por COVID-19 propició un cambio repentino en que se brinda el apoyo psicológico, pasando del formato presencial a en línea, y desafiando a los profesionales de la salud mental a adaptarse rápidamente para satisfacer las necesidades de los usuarios. Ante la transición emergente resulta relevante señalar algunas consideraciones éticas y de privacidad relacionadas con el uso de tecnologías aplicadas a intervenciones psicológicas dirigidas a la confidencialidad, la competencia y la responsabilidad en su implementación; sobre todo, en algunos países en los que aún no existe regulación de los servicios de telepsicología o teleterapia.
Palabras clave: salud mental; telepsicología; recomendaciones; buenas prácticas.
El término “Telesalud” no se limita a la telemedicina, ya que se extiende a la telepsiquiatría y la telepsicología (Botella et al., 2007); esto permite comprender que la implementación de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) no ha sido exclusivo del campo de la salud física, ya que se han expandido al campo de la salud mental. Como resultado, la psicología clínica ha desarrollado nuevas líneas de investigación encaminadas a innovar estrategias de evaluación, prevención y tratamientos psicológicos (Lamas & Distefano, 2015). Del mismo modo, en el ámbito sanitario se han generado estrategias encaminadas a la prevención de la enfermedad y la promoción de la salud. De ahí que surge el término telepsicología haciendo referencia a la provisión de servicios de salud a distancia (Standing Committee of Family and Community Affairs, 1997), mediante el uso de videoconferencia, teléfono, radio, televisión e internet para poner en contacto a los usuarios con profesionales de la salud mental. Sin duda, una de las tecnologías más usadas para acceder a los programas de telepsicología es internet.
En los últimos años se ha observado un aumento de iniciativas dirigidas a la promoción e intervención en salud mental mediadas por tecnología y que han favorecido el acceso y la diseminación de intervenciones eficaces sin importar distancias, barreras físicas y sociales (Cárdenas, Flores & De la Rosa, 2012). A este respecto, un hito que colaboró para el avance de la telepsicología fue la recomendación que pronunció el Instituto Nacional de Salud y Excelencia Clínica (NICE, 2006), en Reino Unido, donde indicó el uso de dos sistemas autoaplicados vía internet como primera línea de tratamiento para la depresión (Beating the Blues) y ansiedad-pánico (Fear Fighter) antes que ofrecer tratamiento psicofarmacológico, lo que representó la primera recomendación mediada por tecnología hecha a escala mundial por una institución reguladora de salud (Marks, Cavanagh & Gega, 2007). Actualmente, se han desarrollado intervenciones que pueden ser administradas a través de Internet capaces de reducir el tiempo de contacto entre paciente y terapeuta y de llegar a personas que de otra forma no recibirían tratamiento (Anderson, 2016).
Los tratamientos psicológicos asistidos por tecnologías varían respecto a la participación del profesional, dado que algunos programas solo requieren la mínima participación del terapeuta, pues cubren la mayor parte del tratamiento, mientras que otros requieren mayor tiempo de la supervisión del profesional, y cubren mínimos aspectos (Bunge, López, Mandil, Gomar, & Borgialli, 2009); en relación a esto, Glasgow y Rosen (1982) indican que los tratamientos vía internet se pueden clasificar en: (a) tratamientos administrados por el terapeuta; (b) tratamientos con asistencia mínima del terapeuta, y (c) tratamientos totalmente autoaplicados. La evidencia sugiere que los tratamientos basados en Internet son eficaces para el tratamiento de los trastornos de ansiedad y depresión (Cárdenas, Botella, Quero, de la Rosa, Baños, 2014; Königbauer et al., 2017). Asimismo, los datos de meta-análisis revelan que estas intervenciones son tan eficaces como los tratamientos presenciales (Andrews, Basu, Cuijpers, Craske, McEvoy, English, & Newby, 2018; Pauley, Cuijpers, Papola, Miguel, & Karyotaki, 2021).
Particularmente, los tratamientos totalmente autoaplicados mediados por tecnología han mostrado menores índices de mejora en comparación con aquellos que cuentan con apoyo síncrono con un terapeuta (Johansson & Andersson, 2012; Richards & Richardson, 2012); no obstante, se destaca que los programas autoaplicados posibilitan una mayor diseminación y cobertura de los servicios de salud mental que contribuyen a dar soluciones innovadoras y hacer llegar la atención a los usuarios que lo necesitan y que, eventualmente, reducirán los índices de incidencia y prevalencia de los trastornos psicológicos. Como ejemplo de ello, Domínguez-Rodríguez et al. (2020) y Domínguez-Rodríguez et al. (2021) diseñaron y desarrollaron dos plataformas web dirigidas a brindar intervención autoaplicada preventiva y remedial para la atención de la salud mental: la plataforma Salud Mental Covid-19 (https://www.saludmentalcovid.com/) cuyo mecanismo de acción central es la intervención basada en la psicología positiva para potenciar las fortalezas y estrategias positivas de afrontamiento, así como disminuir distrés psicológico provocado por el confinamiento e impacto emocional de la pandemia por la COVID-19, y la plataforma Duelo Covid-19 (https://www.duelocovid.com/), dirigida a brindar atención a personas que vivieron la pérdida de algun amigo o familiar en los últimos 3 meses para prevenir el desarrollo de un duelo complicado. Ambas intervenciones de Telepsicología fueron desarrolladas con contenido contextualizados rigurosamente a la cultura mexicana para brindar estrategias funcionales que apoyen a los usuarios meta a enfrentar el impacto emocional derivado de la pandemia por COVID-19.
Esto se puede notar en los beneficios que han mostrado las intervenciones brindadas por internet y aplicaciones móviles, por ejemplo: (1) accesibilidad: fácil acceso en cualquier momento y desde cualquier lugar a través de Internet, (2) flexibilidad: la intervención se adapta al ritmo del participante y la consulta de los recursos y materiales pueden ser asíncrona, (3) personalización: la intervención se puede adaptar a las necesidades específicas del usuario, (4) disponibilidad de tratamiento: permite llevar la atención psicológica a las personas que lo necesitan sin importar la distancia, lo que constituye una alternativa cuando no es posible acceder a servicios presenciales de salud mental. Además, (5) escalabilidad, ya que puede aumentar la cobertura y mejorar la atención conforme avanza la tecnología (Díaz-García, 2017; Weisel et al., 2018). Por lo tanto, las intervenciones brindadas por Internet suponen potenciar el alcance y el impacto de los programas de tratamiento psicológico (Titov et al., 2013).
Teniendo en cuenta que las intervenciones psicológicas mediadas por tecnología no son algo nuevo, las medidas de salud pública, incluido el distanciamiento físico durante la pandemia de COVID-19, hicieron necesaria la implementación de Telepsicología a través de videoconferencias para dar continuidad con la atención clínica de pacientes. Es importante señalar que el uso de la tecnología en los servicios de salud mental no solo se ha establecido para intervenciones remediales sino también para la evaluación, el seguimiento y monitoreo como parte de los primeros auxilios psicológicos por la pandemia de COVID-19 (Domínguez et al., 2020; Domínguez et al., 2021; Kavoor et al., 2020).
De modo que la pandemia por COVID-19 propició un cambio repentino en la modalidad en que se brinda el apoyo psicológico, del formato presencial a en línea, desafiando a los profesionales de la salud, especialmente psicólogos, quienes se adaptaron rápidamente para satisfacer las necesidades de los usuarios. Ante la transición emergente, resulta relevante señalar algunas consideraciones éticas y de privacidad relacionadas con el uso de tecnologías aplicadas a intervenciones psicológicas, sobre todo en algunos países, como México, en los que no son regulados los servicios de telepsicología o teleterapia (Gutiérrez, 2020).
En este sentido, se realizó una revisión de documentos y artículos públicos en internet de organismos y revistas robustas que dan cuenta del respaldo empírico que presentan consideraciones éticas para la Teleterapia o Telepsicología dirigidas a la confidencialidad, la competencia y la responsabilidad. A continuación se enlistas algunas recomendaciones dirigidas a los psicólogos clínicos y de las salud para su consideración en la práctica clínica remota por videoconferencia (APA, 2013; Kavoor et al., 2020; Luxton, Pruitt, & Osenbach, 2014):
- Contar con formación en psicoterapia con cédula y título profesional.
- Contar con competencias digitales para llevar a cabo el servicio de Tele-psicología,
- Tener un entrenamiento en primeros auxilios psicológicos o asistencia ante situaciones de emergencia.
- Valorar si poseen las condiciones adecuadas y necesarias para realizar la atención: (a) un espacio en silencio y sin interrupciones; (b) buena conexión a internet; (c) computadora y cámara web; (c) acceso a una diadema con micrófono.
- Asistir con supervisión de casos clínicos.
- Establecer un consentimiento informado, en el cual se enfatice la protección de los datos e información vinculados a los servicios brindados, con el fin de resguardar la información del paciente/usuario. Asimismo, informar y discutir los riesgos y beneficios potenciales de las intervenciones en línea y en qué se diferencia de las sesiones presenciales con el paciente.
- Elegir instrumentos/escalas/inventarios pertinentes, confiables y válidos en la población donde se aplicará la intervención.
- Tomar las medidas necesarias para proteger y resguardar los datos del paciente/usuario.
- Procurar que el contacto con los usuarios/pacientes sea a través de plataformas, programas o servicios de videoconferencia seguros y protegidos.
- Abordar los casos respetando las diferencias culturales.
- Procurar y acordar que nadie más pueda escuchar la sesión (a menos que sea parte de la intervención y se haya acordado antes de la sesión, por ejemplo, el padre o tutor legal de los menores).
- Acordar con los padres o tutores legales de menores que garanticen la privacidad durante las sesiones en línea.
- Obtener al menos un contacto de emergencia del paciente en caso emergencia o crisis. Asimismo, proporcionar un número de teléfono al que pueda llamar el paciente en caso de que surja algún problema técnico o la conexión a Internet.
- Explicar el plan de contingencia (cómo se actuará) si la sesión en línea se interrumpe por problemas logísticos u otras razones.
- Contar con un catálogo de instituciones, hospitales, centros de apoyo que ofrezcan servicios de salud más cercanos a la ubicación del paciente en caso de emergencia.
- Analizar cómo es el entorno físico del paciente, la composición familiar, la privacidad personal y los espacios en el hogar que pudieran interferir en el tratamiento y valorar la viabilidad y eficacia de la intervención en dicha modalidad.
Para concluir
Es evidente que el sistema de salud no ha sido ajeno a la integración de las tecnologías a su práctica profesional, dado que este tipo de herramientas brinda la oportunidad para el desarrollo de múltiples estrategias que contribuyen a mejorar la calidad de vida y el bienestar de las personas, así como disminuir los desequilibrios y las desigualdades del acceso a los servicios de salud, y optimizar la relación coste-beneficio que a su vez favorezca el desarrollo y crecimiento de los Sistemas de Salud (Ramos, 2007).
Particularmente, los servicios de Telepsicología han sido eficaces y ahora son prometedores para la atención durante y después de la pandemia de COVID-19; por lo que los profesionales de la salud mental debemos mantener los más altos estándares éticos para brindar un tratamiento de calidad en beneficio del bienestar y los mejores intereses de la población. Asimismo, se presentan retos y área de oportunidad para las organizaciones profesionales y las instituciones educativas, por ejemplo: la inclusión de formación en telepsicología y la publicación de los lineamientos particulares para la regulación de los servicios psicológicos mediados por tecnología.
De este modo, la evidencia informada parece prometedora, las intervenciones vía internet han resultado ser novedosas e innovadoras; sin embargo, no todos los países han alcanzado desarrollo e investigación robusta en el campo; en países Latinoamericanos, especialmente en México, se requiere generar un mayor grado de investigación y desarrollo tecnológico debido a que es incipiente. También, el acceso a estas intervenciones en ocasiones es limitado ya sea por la poca accesibilidad a los dispositivos móviles y/o a una red de internet, lo que pudiera impactar en las tasas de adherencia a las intervenciones mediadas por internet. Finalmente, en cuanto a los profesionales de la salud mental se requiere sensibilizarlos para el despliegue de actitudes positivas al uso de tecnología en los tratamientos psicológicos, mayor difusión de su eficacia y entrenamiento adecuado para el análisis de factibilidad de la incorporación en su que hacer profesional particular.
REFERENCIAS
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