Profesora de asignatura SUAYED Psicología
Psicoterapeuta sistémica y postmoderna liliana.reveles@iztacala.unam.mx
Facultad de Estudios Superiores Iztacala, UNAM.
Cita recomendada:
Reveles, L. (2020). La construcción de la identidad en mujeres. Revista de Divulgación Crisis y Retos en la Familia y Pareja, 2(1), 27-32. https://doi.org/10.22402/j.redes.unam.2.1.2020.294.27-32
Resumen
El texto presenta una reflexión sobre algunos elementos que atraviesa la construcción de la identidad en las mujeres, haciendo referencia a la implicación del género en dicho proceso. El construirse como mujer ha estado enmarcado en una serie de normas, representaciones, estereotipos y prescripciones socioculturales, mismos que rigen la vida de las mujeres como parte de una identidad válida. También se hace mención a cómo se puede acompañar a las mujeres en un proceso de desconstrucción de su historia de vida, revisando y cuestionando cómo se ha construido en función de los otros y para los otros, llevarlas a un posicionamiento y redirección hacia ser más protagonistas de su vida y poder dar voz y visibilidad a lo que quieran ser “…ser-para-sí-misma—para-vivir con-los-otros.” (Lagarde, 1990, Pág. 9).
Palabras clave: identidad, mujer, género, construcción, desconstrucción.
Pensar en la mujer y en su identidad, es un tema que constantemente transita en la mente de quienes en la práctica clínica trabajan con mujeres; es interesante ver que algunas de ellas llegan al espacio psicoterapéutico para abordar aspectos de su relaciones de pareja y con los otros, separaciones y divorcios, violencia de género, conflictos interpersonales, problemas con su estado de ánimo, revisión de su proyecto de vida, entre otros. Sin embargo en cada uno de los motivos o problemáticas mencionadas se ha encontrado un tema que es un hilo conductor para el análisis del posicionamiento o el lugar desde donde estas mujeres caminan, interactúan y van desempeñando roles y experimentando su historia de vida, este hilo conductor es la identidad.
La construcción de la identidad ha sido retomada como uno de los temas fundamentales para el desarrollo personal y que además involucra filtrarlo a través de la perspectiva de género; en particular la terapia narrativa (White y Epston, 1993), junto con el construccionismo social realizan toda una explicación, postura crítica y propuesta sobre el tema de la construcción de la identidad en las personas, siendo ésta atravesada por lo social, cultural, político, económico e institucional (Berger y Luckmann, 2001). El interés particular en este escrito es poder revisar algunos elementos básicos en relación a la identidad de las mujeres, qué aspectos se van tejiendo y entrelazando en dicha construcción que las hace mirarse, definirse, sentirse y vivirse mujeres en un marco sociocultural como en el que vivimos, así como vislumbrar parte de la propuesta que el enfoque narrativo lleva a cabo para el abordaje del tema.
La identidad y la sociedad
Definiendo la identidad se tiene que “…es un fenómeno que surge de la dialéctica entre el individuo y la sociedad…” (Berger y Luckmann, 2001, pág. 217), es decir, que tiene lugar entre la relación e interacción de las personas con la sociedad, en un ir y venir con el contexto social en el espacio físico e histórico. La identidad no es algo que se forma de manera individual ni unilateral, se encuentra dentro de un entramado que incluye una serie de patrones que norman y modelan el comportamiento, significados y simbolismos que son adjudicados al ser, y que van dando estructrura en una línea no solo conductual sino a la vez en un discurso que va moldeando lo que se espera de las personas, de su experiencia, de su valor, de su significado, de su sí mismo, de quién se espera que sean.
La identidad lleva inevitablemente a hablar del género, el cual implica que hombres y mujeres son socializados en relaciones diferenciadas con base en aspectos biológicos sexuales. Las relaciones se establecen de forma asimétrica y jerarquica, favoreciendo una hegemonía donde lo masculino está por encima de lo femenino; condicionando a la mujer a estar en una posición de subordinación, situación que se ve reflejada en las interacciones y en el lugar desde donde se vive (Muñoz, 2015).
resaltar, los significados más fuertes o esenciales sobre los que se ha fundado el ser mujer, “ser para y de los otros”, y es en esta parte donde quiero poner el foco de esta reflexión, pues acompañando a diversas mujeres en el espacio terapéutico, está presente una vivencia basada en el valor de ser para los otros; una búsqueda constante de cumplir expectativas de las personas significativas que les rodean, por su puesto la pareja, los padres, familia, jefes de trabajo, etc., se pone de manifiesto cómo se experimenta un sentimiento de necesitar aprobación y confirmación a partir de la respuesta del otro hacia ellas, esto por un lado, y otra situación igual o tanto más relevante, es depositar o significar su valor, su actuar, su proyecto de vida en función a, o de, otro u otros.
El acompañamiento en procesos terapéuticos con mujeres da la oportunidad de transitar en una revisión y cuestionamiento constante de cómo se viven en su historia, cómo los discursos dominantes han hecho su establecimiento de prácticas y valoración de sí en y por los otros, de tal forma que cuando la relación con lo otros significativos pierde fuerza o se encuentra en conflicto, se experimenta una turbulencia en el lugar desde donde se está parada, como si se estuviera desmoronando su proyecto de vida, parte importante de su vida, incluso hasta su sentido de vida… mucho del trabajo al explorar y develar una serie de creencias, significados y pensamientos dogmáticos que fundaron los cimientos y tejieron la historia que las mujeres se cuentan sobre sí mismas, es cuestionarlos, preguntar de dónde vienen, quiénes alimentan esas creencias y verdades que se presumen como absolutas, cuál es el contexto histórico social y político que lo rodea y avala, cuál es el impacto en sus vidas. Si bien no todo está colonizado por la estructura y discursos dominantes, para muchas de ellas el foco en lo importante y significativo de sus vidas gira en torno a los otros tanto en lo que ellas puede darles, vivir para, así como esperar a ser nutridas emocionalmente por los otros.
Una de las situaciones que aporta y sostiene relaciones desiguales entre mujeres y hombres es el poder, elemento que se encuentra presente en la estructura de nuestra sociedad, ha existido por mucho tiempo como parte de una cultura patriarcal y está sostenido en la sobrevaloración de lo masculino sobre lo femenino. Todas las personas mujeres y hombres tienen un lugar de poder desde donde se está, pero a pesar de ello la mujer ha estado en un lugar de desigualdad no sólo ante los hombres, sino ante la estructura social y cultural que privilegia aún hoy día lo masculino; “…El poder puede ser ejercido a través de la violencia simbólica, que… es el tipo de poder que predomina actualmente en las relaciones entre los géneros. Así se hace comprensible que, en general, el hombre aparezca en los niveles más altos de las estructuras jerárquicas, y por ello, simbolizando el poder.” (Martínez y Montesinos, 1996, pág. 85)
Las historias que viven las mujeres están bajo los marcos normativos socioculturales de lo que implica ser mujer y ser hombre, y en ese sentido el espacio se vuelve estrecho dentro de los límites válidos y reconocidos ante los discursos dominantes de lo propio de ser mujer y vivirse como tal. Sin embargo la vida de las mujeres también existe fuera de ese espacio estrecho, donde hay infinidad de experiencias que han sido elegidas y/o preferidas por ellas, muchas de esas experiencias demuestran no sólo gustos, sino manifiestan elecciones importantes de acuerdo a deseos personales y congruentes con la vida que se quiere vivir, pero gran parte de estas historias se encuentran invisibilizadas al no estar dentro del discurso dominante. La buena noticia es que se pueden conectar cada una de esas historias para engrosar la gran historia de vida, tomar todas estas historias que no han sido colonizadas para ampliarlas, ponerlas visibles y unirlas a la reconstrucción de su identidad.
Experiencias
Recordando la conversación con una mujer joven, refería que se sentía en una constante lucha de resistencia hacia el interior de su familia, en particular con los hombres, entre primos, tíos y hasta su papá, quienes es claro que tienen y ejercen un poder, devaluando, minimizando, invisibilizado y hasta anulando la voz de las mujeres de su familia, su propia voz, es importante decir que ella ha iniciado una resistencia ante tal situación, dándole volumen a su voz, hablando y haciendo cosas que expresan su desacuerdo a la desigualdad sostenida en muchas áreas entre mujeres y hombres. En nuestra conversación se hace énfasis en la resistencia que ella está teniendo, validando que es uno de los actos que son trascendentales y que implican la decisión y el posicionamiento para tomar la dirección de hacia dónde quiere llevar la historia de su vida. Es necesario comentar que para ello también se requiere el trabajo colaborativo con otras mujeres, hacer de esta escucha algo público y no sólo al interior del espacio terapéutico.
Otra mujer me comparte la experiencia que ha vivido sobre su última relación de pareja, en la exploración y reflexión en la que la he acompañado revisamos cómo ella vivía por y para la relación, para su pareja, su proyecto de vida se focalizaba en tener una familia, ser madre, tener un hogar… si bien ella es una profesionista con un trabajo y sueldo generoso, su razón de ser ha estado enmarcada en el ser para y del otro, su vida llegó a girar sólo en función de su pareja, dejando de lado la importancia de otras facetas de su vida y convirtiendo su mundo alrededor de él. Se termina la relación y ¡oh! sorpresa, es como si se hubiera quedado sin nada, su identidad estaba desdibujada, diluida en la vida del otro; estuvo priorizando que la relación se mantuviera estable y que su pareja no se fuera, dejó de frecuentar a sus amigas y amigos, trataba de resolver cualquier problema que se presentaba en la relación… entonces al ver que ya no hay relación a través de la cual conseguiría eso que le daba o da sentido de ser, de ser mujer, es manifiesto cómo se fue construyendo su identidad y cómo se sostenía.
Concluyendo
Para finalizar, teniendo estas historias como referentes de lo que viven algunas mujeres, podemos ver referenciados los aspectos que atraviesan su identidad, cómo se han ido entretejiendo los significados y el valor que representa ser mujer como parte de los discursos colonizados y de poder. Sin embargo es importante que también pensemos y reflexionemos en qué caminos se pueden transitar para redireccionar su historia, su identidad, y ello me remonta a una cita de Burín (1989, en Lagarde, 1990) que dice así: “…Los cambios esenciales en la identidad genérica de las mujeres se plasman en mujeres con deseo propios de existencias, de hacer, de poseer, de reconocimiento, de saber, de creación y de fundación, también con los deseos de bienestar y transcendencia…” (pág. 9) para ello hay que desconstruir, cuestionar y tener un posicionamiento ante la identidad colonizada, para entonces caminar hacia un protagonismo de la propia vida, tener más experiencias de reafirmación y saberse con poder, como quien toma su vida en sus manos, “…ser-para-sí-misma—para-vivir con-los-otros.” (Lagarde, 1990).
El proceso de descontrucción lo aborda la terapia Narrativa (White, 1994), donde se busca revisar y sobre todo cuestionar los discursos dominantes que han colonizado muchas de las historias en la vida de las mujeres y que son las que definen su identidad. Generalmente debido a la hegemonía de lo establecido socioculturalmente, se dan por sentado muchas de las prácticas, prescripciones y creencias en las interacciones y el lugar que tiene la mujer ante los otros y ante la vida misma, es decir, no hay un ejercicio de cuestionar y reflexionar en dichas prácticas; es por ello que la desconstrucción toma un lugar muy importante, pues lleva a la toma de postura frente a lo cuestionado así como a una descolonización de áreas y facetas de la vida.
Otra de las acciones que aportan en la misma dirección, es la búsqueda de las historias y eventos extraordinarios significativos que no estaban visibles por la colonización de los relatos dominantes y que por lo tanto al hacerlas visibles se camina a abrir y ampliar la brecha para la co-construcción de la o las historias alternativas, preferidas y más libres que cada mujer elija (White, 1994). Es necesario resaltar que hablar de co-construcción tiene que ver con un trabajo colaborativo y horizontal, donde las personas en este caso las mujeres junto con el o la terapeuta están realizando acciones conjuntas para dicho proceso.
El espacio terapéutico es sólo un lugar desde donde se puede promover un cambio ante lo comentado anteriormente, el enfoque narrativo una terapia sensible al género realiza un trascendente trabajo para acompañar los proceso de las mujeres, permitiendo co-construir sus historias y reafirmar sus identidades en la dirección que ellas prefieran; cabe decir que esto no implica que desaparezca la estructura sociocultural que sostiene la desigualdad de género, pero apela a que las mujeres tengan espacios de escucha y acción para así posicionarse con más fuerza, convicción y agencia personal sobre quiénes son y ser más protagonistas de su vida.
REFERENCIAS
Berger y Luckmann. (2001). La construcción social de la realidad. Buenos Aires, Argentina: Amorrotu Editores.
Lagarde, Marcela. (1990). Identidad Femenina. Disponible en: http://poseidon.posgrado.unam.mx/publicaciones/ant_omnia/20/04.pdf
Lamas, Marta (2000). Diferencias de sexo, género y diferencia sexual. Cuicuilco, 7 (18), 0. [fecha de consulta 2 de mayo de 2020]. ISSN: 1405-7778. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=351/35101807
Martínez V., Griselda y Montesinos, Rafael (1996). Mujeres con poder: nuevas representaciones simbólicas. Nueva Antropología, XV (49), 81-100. [Fecha de consulta 2 de mayo de 2020]. ISSN: 0185-0636. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=159/15904906
Muñoz R., Alina (2015). Construcción de narrativas de identidad de género femenina en mujeres víctimas deviolencia sexo – amorosa. Tesis de maestría. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile. Disponible en: http://repositorio.uchile.cl/bitstream/handle/2250/136100/Tesis%20Final%20Comunitaria_Alina%20Mu%C3%B1oz.pdf?sequence=1&isAllowed=y
White y Epston. (1993). Medios narrativos para fines terapéuticos. Barcelona, España: Editorial Paidós.
White, M. (1994). Guías para una Terapia Familiar Sistémica. Gedisa Editorial: Barcelona
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