¿QUÉ HAY MÁS ALLÁ DEL “NO APRENDER”?

Laura Estefanía Barros

Universidad de Flores (UFLO), Argentina

Cita recomendada

Barros, L.E. (2022). ¿Qué hay más allá del “no aprender”? Revista de Divulgación Crisis y Retos en la Familia y Pareja, 4(2), 24-26. https://doi.org/10.22402/j.rdcrfp.unam.4.2.2022.455.24-26                                    .

Resumen

Para realizar el artículo se tomó el análisis respecto de un tema social que preocupa e involucra gran parte de la población estudiantil. Los estudiantes asistiendo a la escuela, presentan en las aulas actuales problemas de aprendizaje que son más del orden de lo relacional y que casi sin mitigar vienen acompañados por problemáticas familiares que alteran el aprender.

Se obtuvo información a través de narraciones, indagaciones pedagógicas, lectura de textos y reflexiones de las mismas.

Desde un marco psicopedagógico integral se procura intervenir acompañando  en trabajo en red de todos los organismos correspondientes ante la detección de indicadores de maltrato y violencia desde el piso de lo legal. Se sostiene un posicionamiento y supervisión constante que permite interpelar como desde la indagación se puede ser una barrera ante el aprender del otro. Desde este marco se inicia tal análisis.

Palabras claves: Psicopedagogía integral; problema de aprendizaje; violencia

Se propone con el siguiente artículo producir conocimientos que habiliten el pensar hacia la búsqueda de algunas aproximaciones sobre realidades de estudiantes que, asistiendo a la escuela, no aprenden. El no aprender para la Psicopedagogía tiene significación reconocida, pone en marcha nuevas reflexiones que permiten pensar cómo desde la indagación, los problemas de aprendizaje en las aulas actuales son más del orden de lo relacional, problemáticas familiares que alteran los procesos de aprendizajes. Se inicia con un análisis para abrir más interrogantes sobre aprendizajes problemáticos, complejos, indicio de vulneraciones que denotan las escuelas.

Al interpelar se habilitan intervenciones compartidas para así contribuir a las transformaciones necesarias de promoción de nuevas miradas, de intervención psicopedagógicas eficientes que articulen nuevas prácticas en estos tiempos de incertidumbre. Sin dejar por fuera la participación activa de las familias.

De lo que trata es de construir otra mirada  que aporte tomar decisiones de políticas educativas respecto de decisiones pedagógicas frente a situaciones de violencia, agresiones entre pares, sobre las violencias invisibilizadas, discursos y prácticas de discriminación que desde diferentes estereotipos llevan a nominaciones de estudiantes ideales, visibilizando prácticas naturalizadas.

Promover interpelaciones desde la interdisciplinariedad y abrir lazos intersectoriales que promuevan abordajes integrales ante problemáticas complejas de violencia. Articulando con organismos, desde los protocolos de actuación propuestas por el área de Educación, desde el marco normativo internacional, nacional y provincial, siendo así posible actuaciones pertinentes de la Psicopedagogía que porta y aporta otros saberes que amplían la comprensión de la complejidad actual. Se reconoce fundamentalmente una mirada y escucha psicopedagógica hacia el encuentro de lo singular de cada estudiante para comprender sus experiencias y cómo desde el intercambio con el otro se producen procesos particulares que colaboran con el proceso de aprender.

En el último tiempo, los cambios sociales, económicos, culturales han transformado con prontitud las configuraciones familiares. Losada (2015) hace referencia a que en las familias actuales se observan aspectos más individuales de los miembros, por sobre los intereses del grupo en sí. Se muestra trayectoria de vida y de desinstitucionalización familiar, relacionados a una tendencia a la gratificación individual, con fuertes incrementos de la autonomía y libertad de sus miembros, como así también el cambio en el rol de la mujer.

Cada familia se ve fuertemente atravesada por la hipertecnología, dando lugar a nuevas subjetividades, quedando estas comprometidas en nuevos discursos que modifican casi inevitablemente las formas de relación, siendo inestables los vínculos. Para Losada (2015) los grupos familiares se encuentran multideterminados por los contextos, espacio y tiempo. Esta multideterminación no le otorga un rol pasivo, por el contrario las expectativas, deseos e intereses de sus miembros, se postulan a la vez como constructores del medio en el que se edifican.

La educación por otro lado, como derecho primordial que impulsa el desarrollo del sujeto y su sociedad, promueve el cambio social, aminora la pobreza, entre otros aspectos relevantes. En tal sentido, la escuela debería ser un espacio privilegiado para los estudiantes, un lugar de encuentro, donde en este espacio habilitado se reconozcan y sobre todo donde estén seguros y protegidos. Sin embargo en la actualidad, los escolares conviven en un entorno que puede llegar a ser violento e inseguro y atentar contra su integridad física, sexual y psicológica.

La violencia por su parte constituye un fenómeno con el que todos, de una forma u otra, convivimos habitualmente y muchas veces forma parte de la experiencia cotidiana de las personas. Sin embargo, no existe una respuesta acabada al respecto ya que cuando nos referimos a la violencia se trata de un concepto que evoca sucesos tan disímiles como difíciles de alcanzar.

En este sentido Kaplan (2006), puntualiza la necesidad de aludir a “violencias” en tanto sus manifestaciones  y significados son múltiples y variados según el contexto en donde se manifiesta. La violencia no contiene una propiedad esencial, intrínseca o absoluta, muy por el contrario sus rasgos distintivos se definen por la perspectiva relacional. Por lo tanto, solo es posible caracterizar el concepto si se incluye en el análisis el sistema de relaciones social, cultural e históricamente determinados, que le otorga sentido.

La violencia como expresión social muchas veces se naturaliza, mucho más en contextos escolares. En el escenario escolar se dan múltiples violencias que son reflejo de contextos, también violentos, donde se halla inserta la institución escolar.

Ante esta realidad compleja que se presenta en nuestras escuelas, en este momento sabemos que todo sujeto vulnerado en su desarrollo es objeto de estudio de la Psicopedagogía que van desde una mirada y escucha de aquellos indicios que enuncien vulneración en sus diferentes dimensiones personales, corporales, vinculares, sociales y cómo estas impactan en el rendimiento escolar significativamente.

Tales entramados en el aprendizaje demandan fuertemente discernir, anticipar; donde el silencio toma una gran carga cognitiva que posterga y evita el aprender.

Desde un marco psicopedagógico integral se procura acompañar en trabajo de red a los organismos correspondientes ante la detección de indicadores de violencia  desde lo normativo que van desde los tratados y convenciones internacionales, nacionales y provinciales que enuncian sobre procedimientos de protección integral, desde protocolos educativos, equipos de niñez y adolescencias.

Es fundamental abrir caminos para lograr intercambios interdisciplinarios sobre las diversas manifestaciones, dirigiendo el quehacer psicopedagógico con la expectativa de reflexionar, indagar, escuchar, sobre escenas didácticas, con irrupciones que enmudecen, algunas visibilizadas sin interpelaciones.

La interpelación debe estar puesta hacia aquellos posicionamientos subjetivos de cada estudiante, poniendo en el centro de la escena al sujeto activo constructor de conocimientos, devolviéndole la capacidad de pensar, potenciando su autoestima.

Teniendo presente enfoques actuales que organizan y muestran tiempos y estilos de aprender en entornos planificados, las metodologías de enseñanza se encuentran atravesados por discursos y valoraciones en las cuales se despliegan estereotipos, creencias, prejuicios. El silencio pedagógico y naturalización de la violencia como estereotipos o supuesto socio-cultural, familiar, para no esperar nada, instala un abandono pedagógico.

Al considerar que una de las condiciones que más vulnera, fragiliza, irrumpe en el equilibrio psíquico de un sujeto es el sometimiento a experiencias violentas, de acuerdo al grado de organización psíquica logrado, no deja de ser irruptivos, de provocar discontinuidades, de debilitar el sentimiento de confianza de los demás.

En síntesis, la psicopedagogía reconoce en el no aprender como un camino de mirada y escucha psicopedagógica hacia el encuentro con lo singular de cada estudiante. Promueve interpelaciones y operaciones intelectuales, desde la interdisciplinariedad. Es una intención real convocar a la toma de decisiones, de crear lazos intersectoriales que promuevan abordajes integrales que contribuyan, potencien estilos, criterios, subjetividades más flexibles acorde a las circunstancias, sabiendo que adaptarnos a la realidad es una conducta más que inteligente, y que nuestras acciones, mandatos y certezas no deberían tapar esa realidad.

Referencias

Kaplan, C. (2006). Violencias en Plural. Sociología de las violencias en la escuela. Miño y Dávila.

Kaplan, C. (2009). Violencia escolar bajo sospecha. Miño y Davila

Losada, A. V. (2015). Familia y psicología. Dunken.

Losada, A. V. y Marmo, J. (2019). Manual de Psicología de la Familia. Educa.

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